Historia

En los años 40 abría sus puertas el que sería el primer establecimiento de la ciudad de Granada que confeccionaba ropa para “señoritas y señoras”. Las modistas que trabajaban para Paquita Ávila, fundadora del negocio, realizaban ajuares, trajes de comunión, trajes de fiesta, batas y camisones, “serenitos” – abrigos que acompañaban al traje de cristianar –, y todo tipo de diseños con los tejidos más exclusivos. Más tarde, La Condesa se fue introduciendo en los trajes de novia y madrinas. Eran años en los que aún no se había inventado el pret a porter y era necesario acudir a las modistas cada temporada.

En los años 60 abre la segunda tienda, a escasos metros de la primera, en Ganivet 3, dedicada en exclusiva a los niños. Al frente de la misma está Carmen Pleguezuelo, tercera generación al frente del negocio. Muchas han sido las generaciones de familias granadinas que se han vestido en La Condesa y hoy en día siguen acudiendo a la tienda recordando lo que sus madres y abuelas les cuentan que encargaban y compraban.

En los años 70, con la llegada del pret a porter  el sector evoluciona, la mano de obra se encarece y comienza a ser menos habitual llevar ropa hecha a medida.

Ya en los años 80 se incorpora la cuarta generación al negocio, Cristina Nestares, quien a la vez que cursa sus estudios de derecho en la Universidad de Granada, se hace cargo del mismo, aunque su dedicación ya venía de largo porque con 14 años acompañaba a su abuela a ver los desfiles y comprar la ropa.

La Condesa podrás encontrar ropa exclusiva y grandes marcas, así como las típicas canastillas para bebés, un clásico que realizan desde que abrieran sus puertas al público.

El ir y venir de niños y bebés con sus madres es habitual, y sobre todo las primerizas preguntan por las tallas adecuadas a sus bebés o si los zapatos quedarán grandes o pequeños.

Tras más de 60 años vistiendo a generaciones de granadinos el objetivo de La Condesa es seguir con la tradición familiar que iniciara la madre de Paquita Ávila, promotora del espíritu empresarial familiar, que contaba en Maracena (pueblo del cinturón de Granada) con un taller de costura y bordado a mano con más de 60 empleadas a su cargo.